Incluso en Italia, que es extremadamente rica en monumentos arquitectónicos, la Catedral de Milán destaca por su belleza y grandiosidad: sólo la Basílica de San Pedro es más grande que ella. No es de extrañar que la construcción del templo durara más de cuatrocientos años. La primera piedra de la catedral se colocó en 1386, pero la fachada se completó en 1813. Durante la excursión, un guía de habla inglesa le explicará el papel que jugó Napoleón en el destino de la catedral y le conducirá hasta el tejado, donde podrá disfrute de una vista inigualable de Milán (por cierto, necesita un boleto aparte para llegar a ella, y es mejor pedirlo como boleto a la catedral a través de Excurzilla para evitar la cola). Al explorar los interiores de la Catedral, preste especial atención a:
Si tiene tiempo, visite también el museo y el tesoro de la catedral, donde se guardan, entre otras cosas, auténticas reliquias de los siglos IV-VII.
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