Un pequeño pueblo en el sur de Bielorrusia es agradablemente sorprendente. Su centro está construido con edificios encantadores con fachadas de "encaje", parques plantados con árboles centenarios, y los chefs locales tratan deliciosos grajos de Gomel y sopa de gallo (y aún mejor - hecha de aves silvestres). Un recorrido con un guía local le permitirá sentir el espíritu de la ciudad, un viaje que será recordado durante muchos años.